Se avecinan muchos cambios...
Año Nuevo, vida nueva.
Este mes comienza una nueva aventura, en la que me embarco yo sola.
El mes pasado, mi pareja y yo finalizamos nuestra relación. ¿Los motivos? No considero necesario detallarlos, al menos de momento. Para resumirlos, no creo que sea la persona de mi vida. Al menos de momento.
Es una decisión que no he tenido el valor de tomar antes, pero que creo que necesitaba hace mucho. Aunque esto no significa que esté en una situación cómoda: cada vez que pienso en lo que implica, siento vértigo y se me cierra el estómago.
A veces desearía que haya sido la mejor decisión porque no lo soporto más, porque no lo aguanto, porque algo malo ha pasado, porque querer a alguien y alejarte de esa persona de forma voluntaria es un sentimiento que destruye. Se trata de una de las personas que más he querido nunca, con la que he compartido muchísimo, que me trata bien, pero con la que no puedo estar en este momento. Quiero algo distinto, que él no puede aportarme. Además, necesito encontrarme a mí misma, necesito crecer, porque siento que me he estancado en un punto que no me gusta.
Lo quiero mucho, pero nuestra relación no nos reporta cosas buenas a ninguno de los dos.
Bueno, tras estas lágrimas, tengo algunos planes nuevos para este año. No va a ser fácil, pero quiero alcanzar estos objetivos.
En primer lugar, y lo que ocupa mi mente y la ocupará durante meses, es el proceso de oposición. Tengo que esforzarme, sacar todo lo posible de este proceso.
En segundo lugar quiero ir al psicólogo. Necesito despejar lo que hay en mi cabeza, reordenar todas las ideas y establecer prioridades, algo que yo sola no voy a poder hacer.
Estos dos son las bases en la que quiero sostener el resto de mi vida. Salir más, empezar proyectos personales, pasar más tiempo con los míos, aprender a quererme y ser independiente.
Que venga el año 2019, porque tengo ganas de ponerle a prueba.
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