La escuela en tiempos de pandemia: la visión de los niños


Cuando vemos las noticias o leemos en RRSS acerca de la educación durante los tiempos de la pandemia siempre se nos viene a la cabeza, especialmente si eres docente, cómo lo han hecho otros compañeros, cómo se habrán organizado, la falta de orientación acerca de lo que había que hacer, la improvisación y las horas echadas para crear nuevos materiales adaptados a la educación desde casa... también hay que aguantar que, como viene siendo habitual, se insinúe que la gran mayoría de los profesionales de la educación han estado “de relax”, pero ésos son otros temas.

En esta entrada vengo a reflexionar desde un punto de vista muy distinto: el de niños. Hace unos días pude hablar con los hijos de unos amigos y les lancé unas cuántas preguntas acerca de cómo habían vivido todo esto de la pandemia, de no poder ir al cole y hacer las cosas en casa. Para dar un poco de contexto, ambos acuden a un centro público, y sus edades son 10 y 8 años.

Lo primero que hice fue preguntarles si sabían por qué no habían ido al cole en los últimos meses. La respuesta fue clara y concisa: el coronavirus. Eran plenamente conscientes de que algo grave estaba pasando y que no podían ir al cole por eso. 

Les pregunté también si habían hablado con su profe o le habían visto o escuchado a través de mensaje. Los dos dijeron que no, de todo se han encargado sus padres, ellos solo hacían los que sus padres les indicaban que debían hacer. 

Con respecto a la metodología, ninguno de los dos tuvo problemas en adaptarse: se levantaban y hacían las tareas que los tutores les mandaban. A veces eran tareas del libro (que tenían que enviar mediante escáner o fotografía, directamente) y en alguna ocasión tenían que hacer algún vídeo explicando algo de la lección o un trabajo creativo. 

En referencia a la carga de trabajo, el mayor decía que quería volver al cole porque le mandaban muchas tareas en casa y menos en el cole: “es que me paso desde las 9 hasta las 12 haciendo tareas de clase”. El pequeño decía que le habían mandado sobre todo actividades de las asignaturas troncales, mucho menos tiempo que su hermano.

Como ventajas destacaron el no tener que levantarse tan temprano y poder dedicar todo el rato que no estuvieran haciendo tareas en jugar y hacer lo que quisieran. Sin embargo, ante la propuesta de que se cambiaran las clases del cole a casa permanentemente o durante un nuevo periodo de tiempo, ellos lo dejaron claro: quieren volver a las clases presenciales. 

Me sorprendió que no hicieran alusión en ningún momento a aspectos relacionados con la socialización: el recreo, educación física, los amigos... ellos ese ámbito lo tienen cubierto, ya que por las tardes se reúnen con su grupo de amigos para jugar. 

También les pregunté cómo podrían los profes mejorar sus clases en casa. Respuesta unánime: con más juegos y cosas interactivas. Decían haber aprendido más en las actividades online o en los vídeos que haciendo tareas. 

Saqué en claro algunas cosas tras esa conversación: en primer lugar, que los niños se adaptan a cualquier cosa. No les importa que haya cambios repentinos, ellos se amoldan rápidamente a lo que venga. 

En segundo lugar, la importancia y el papel destacado que las nuevas tecnologías han tenido durante este tiempo. Si no fuera gracias a Internet, la situación hubiera sido muy distinta, algo que me lleva a otra cuestión: damos por sentado que todos los alumnos tienen, como en este caso, conexión a Internet, un dispositivo con el que conectarse, padres que pueden encargarse de que hagan aquello que les han pedido, etc., pero no pensamos en las zonas donde no hay apenas cobertura y/o no hay dispositivos adaptados a los tiempos actuales, padres que se han quedado sin trabajo y tienen su foco puesto en averiguar cómo van a hacerlo para pasar los próximos meses, o niños cuyos padres trabajan todo el día y se quedan solos, sin nadie que les de unas pautas de cómo deben hacer las cosas. 

Otro problema grave es la falta de conocimiento real sobre las nuevas (aunque ya no tan nuevas) tecnologías y su uso, por parte de todos los sectores. Padres que no tienen ni siquiera una dirección de correo o no saben usar un smartphone para mandar los deberes de sus hijos, profesores que no tienen formación para encontrar plataformas y recursos online que puedan dar un toque distinto a sus clases, y alumnos que solo usan Internet para ver vídeos y jugar a juegos online. 

Creo que todos hemos podido comprobar cómo esa idea de inclusión de las TICs, los programas de emprendimiento y un largo etcétera no han tenido, en muchas ocasiones, un reflejo en las metodologías. Cuando nos hemos visto alejados de las prácticas habituales, ante la pregunta “¿y ahora qué hago?”, en algunos casos la respuesta ha sido clara, pero en otros por desgracia no. 

Considero que no debemos hacer memoria para recordar errores, sino para aprender de las situaciones en las que nos encontramos. La formación, por parte de todos los agentes de la comunidad educativa, es vital para que en situaciones como la que hemos vivido desgraciadamente podamos seguir hacia adelante sin perjudicar a aquellos que son los más importantes. 

¿Cómo has vivido esta situación, sea como padre/madre, profesor/a o alumn@? ¿Cuál es tu opinión? Déjala en los comentarios, estaré encantada de leerte. 

Nos vemos

Sonia



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